Una pira ancestral enciende la cálida noche con su milenario fuego, mientras al fondo se escucha el quedo suspirar de una ciudad dormida; atraves de la ventana se observan las tenues luces de un mundo exterior que se observa tan ajeno como propio, donde los temores de un colectivo se reunen para confabularse; esta noche no es distinta a cualquier otra, mas aun así es especial... Me brinda la oportunidad de penetrar en ella, una noche sin Selene, una noche tan llena de nada, que solo queda espacio para la contemplación que no llega a nada, y esa es precisamente su belleza; ya que los problemas que durante el dia parecen enormes que no podría solucionarlos un simple mortal, observados atraves del fuego son sólo detalles mundanos.
La nada lo es todo cuando todo parece no dejar espacio para nada.
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